martes, 11 de diciembre de 2012

La vida a pura sangre

La salida de un taxi en la tarde del pasado 7 de diciembre de un área del Hospital General Docente Octavio de la Concepción y de la Pedraja, de Baracoa, pareció algo rutinario. No lo era: obedecía a un acuerdo, iba hacia la zona rural de Guandao y llevaba a un paciente sometido a un proceso de hemodiálisis en el intento de alargarle la vida.

En la marcha del auto lo seguían con la vista otros pacientes con enfermedad renal crónica ingresados en la sala de Nefrología de la principal institución sanitaria de este municipio, y que esperan ansiosos el momento de ser llevados en transporte estatal hasta su casa cada dos semanas.

“Esa es su gran ilusión”, diría luego el doctor Elbier Castellanos Delgado, habituado como pocos al trato a los hospitalizados en el local donde labora hace 7 de sus 18 años de graduado en la Facultad de Ciencias Médicas de Guantánamo.

El médico dice que como los pacientes se saben con un estado de salud en extremo delicado y en condiciones de internamiento siempre prolongadas, las buenas relaciones entre ellos y la permanencia ocasional con sus familias distinguen sus vidas.

Viaje desde dentro 
Cuando en abril de 2004 hubo por primera vez servicio de nefrología en Baracoa muchos no entendieron de qué se trataba, aunque supieron que cristalizaba la idea del Gobierno de Cuba de  garantizar toda la atención posible en esa especialidad, incluida la hemodiálisis, en cada rincón del país.

Hoy existe aquí un local donde también se atiende a pacientes de Maisí e Imías, y de otros lugares si están de tránsito, para lo cual hay 8 camas, cinco máquinas de hemodiálisis y un laboratorio bajo el cuidado de nefrólogos, enfermeras, sicólogos y rehabilitadores, en su mayoría jóvenes y con resultados de labor meritorios.

Según el citado doctor Castellanos Delgado, el servicio de nefrología de Baracoa exhibe uno de los mejores indicadores en la más oriental de las provincias cubanas y en el país debido al bajo registro en la tasa de mortalidad.

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