martes, 25 de diciembre de 2012

Al compás del tiempo

Con la inauguración del Museo Municipal de Baracoa hace 31 años la región de más remota historia en Cuba tuvo un lugar donde exhibir a la vista pública y sin igual una síntesis de lo trascendente del patrimonio local.

Recuerdo cómo entonces se resaltó el hecho de que este municipio completaba las diez instituciones culturales consideradas esenciales para promover el conocimiento, la creación artística y el desarrollo de espectáculos, así como sugerir el uso del tiempo libre.

Pronto el Museo Fuerte Matachín se convirtió en referencia de centro laboral fuera de sus salas, con un colectivo liderado por el licenciado Alejandro Hartmann Matos, que como gestor del llamado museo móvil  exhibió hasta en la montaña vitrinas con varias piezas, entabló diálogos y se vislumbró como un emprendedor cuyo espíritu habría que seguir.

Desde esos años hasta hoy la otrora fortaleza militar se conoció además en el archipiélago cubano y fuera de sus límites por el vínculo con la comunidad, la recepción de la mayoría de sus piezas gracias a la donación popular, el círculo de interés de investigación pioneril y las visitas constantes de nacionales y extranjeros.

Con esos matices el museo ubicado en la Punta de San Esteban alcanzó la categoría de Vanguardia Nacional, se ganó el respeto de  personalidades de cualquier perfil ocupacional y fue escenario de incontables acciones sociales y políticas.

Hace mucho constituido en institución de avanzada entre las de su tipo, hoy es de obligada mención cuando se refieren lugares donde la defensa de la identidad baracoesa supera la rutina diaria para proyectarse hacia la confiabilidad.

Si casi al concluir el 2012 el primer museo de la Ciudad Primada fue declarado como la mejor institución cultural de Guantánamo fue a causa de la renovación sucesiva del sentido de pertenencia de sus trabajadores, a tono con cambios necesarios.

Quienes allí laboran lo hacen en un sitio que transformó a favor su imagen física en fecha reciente y a la vez muy lejana de cuando se le llamó El Castillo Maldito por realidades desterradas no de la memoria, aunque sí de la vigente historia local.

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