Por Pedro Martínez Pírez
El 14 de enero marca un nuevo momento en los esfuerzos de Cuba encaminados a lograr que los movimientos migratorios en torno a la Mayor de las Antillas se produzcan de forma legal y segura, frente a la política que durante más de medio siglo han aplicado los gobiernos de Estados Unidos, para alentar las salidas ilegales y la subversión interna.La decisión de Cuba de eliminar el permiso de salida y la carta de invitación a los ciudadanos que deseen viajar al exterior, coloca a Washington en una situación difícil porque Estados Unidos aprobó en 1966 la llamada Ley de Ajuste Cubano y ha fomentado la política de Pies secos-pies mojados, con el propósito de estimular la emigración ilegal e insegura que ha provocado pérdidas de vidas humanas a lo largo de las últimas décadas.
Uno de los soportes de la propaganda contra la Revolución Cubana ha sido el de mostrar a un país del cual la mayoría de sus habitantes, por razones políticas, quiere escapar. Los voceros del imperio no hablan nunca de las verdaderas causas históricas de la migración, se ensañan con la pequeña Cuba, a la cual mantienen bloqueada desde hace más de medio siglo, y obviamente no reconocen la pérfida acción que a lo largo de décadas han llevado a cabo para fomentar la fuga de cerebros, la deserción de atletas y especialmente de médicos y otros profesionales formados gracias a la gratuidad de la enseñanza, la salud y el deporte.
A la Ley de Ajuste Cubano de 1966 siguieron la Ley Torricelli en 1992, y especialmente la Ley Helms-Burton de 1996, las cuales intensificaron el criminal bloqueo económico, comercial y financiero, lo extendieron a todo el mundo, y pretendieron culpar a Cuba por los incidentes provocados por la política imperialista de aliento a la migración ilegal.
El cinismo a la máxima potencia es un rasgo del fariseismo de la política exterior de Washington.
Ahora el imperio y algunos de sus aliados, que ponían obstáculos al otorgamiento de visas para las salidas legales de ciudadanos cubanos y culpaban a las autoridades revolucionarias de privarlos del derecho a viajar, tienen ante sí el desafío de su propia propaganda anticubana.
La actualización de la política migratoria cubana, aprobada por decisión soberana del Estado, fortalecerá la unión de los cubanos, dentro y fuera del archipiélago, y hará todavía más ostensible a los ojos del mundo la prohibición de Washington para que puedan viajar libremente a Cuba los ciudadanos estadounidenses, gravísima restricción de la que tampoco hablan los voceros del imperio.
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