sábado, 23 de marzo de 2013

A través del cristal

Luis Estrada Hernández no leía a Vallejo cuando supo que hay golpes como el odio de Dios. Todo comenzó cuando a poco de nacer en el hospital de Bayamo su primer y único hijo lo reportaron de grave y al mes de ingresado le dijo un médico: “Te entrego un niño de cristal”.

El padre no entendió qué le dijeron, pero infirió en un segundo que estaría atado como nunca antes a la fragilidad humana. Su pequeño había sufrido fracturas en las dos piernas y un brazo, quizás a consecuencia de la osteogénesis imperfecta  que sospechaban los galenos del caso.

Cuando el diagnóstico de la enfermedad se confirmó en un viaje de emergencia a La Habana y se dijo que era severa, los especialistas mencionaron por primera vez el término de manipulación gentil como recomendación de cuidado extremo.

El desvelo de los progenitores por aquel paciente dura ya casi 18 años, un tiempo en que traumas sicológicos, tristezas, compensación, alegría y sueños han marcado la rutina de los días como fogonazos o estados prolongados.

La ruta de Baracoa
En calle Camilo Cienfuegos, número 1, del reparto La Playa, Baracoa, vivió hasta hace una semana Jorge Luis Estrada Peña, protagonista de esta historia. “Estoy aquí”, dijo desde el cuarto de una nueva casa cuando oyó preguntar por él, y esperó en una silla de rueda por el visitante.

Luisito, como le llaman todos, estaba rodeado de dibujos propios y usaba una computadora. “Esto es lo que me gusta”, expresó luego, cuando sintió confianza para añadir que hace solo días “abandonó” la cama en que permaneció 14 meses acostado para evitar nuevas fracturas en su cuerpo, cifradas en 87.

Residente en la Ciudad Primada la mayor parte de su vida, el joven con tamaño de niño mostró una inteligencia avanzada desde que se acompañó de la madre en el aula al comenzar la enseñanza primaria hasta completar el noveno grado.

Con derecho a estudiar Técnica en electrónica inició las clases en el hogar, donde el paso de 11 profesores a diario se interrumpió cuando una fractura en la cadera impidió que el alumno mantuviera la posición de sentado. Fue el penúltimo de los cambios radicales en su vida.

Cambios esenciales
Quien vea la destreza y dicha con que de Luisito usa la computadora pudiera explicarse las habilidades que desarrolla una persona privada de desarrollar las capacidades de alguien de existencia corriente.

“Aquí yo hago muchísimas cosas”, dice en referencia al ordenador donado por la Asociación Amigos de Baracoa, de Almuñécar, España, mientras demuestra lo aprendido con otros o mediante esfuerzo propio.

Otros avances en conjunto obedecen a la entrega gratuita o priorizada por parte del Estado de radio, televisor, lavadora, refrigerador, teléfono, licuadora, aire acondicionado y colchón antiescara, más un apartamento en Bohorque, Consejo Popular Cabacú, en sustitución de una vivienda ubicada en zona de inundación.

El giro que significa habitar nueva morada en planta baja de un edificio tiene a la familia con la sensación de haber logrado poco menos que todo lo posible: “Ahora sí estamos bien”, expresa el hijo y sonríe.

Sentimientos comunes
En los dibujos que ocupan a Luisito cuando alimenta uno de sus hobbys abundan naturaleza muerta, autos, imágenes de archivo e interiores como el de su antiguo inmueble, donde el desnivel del piso hacía inapropiado el uso de una silla de ruedas recién adquirida.

Ahora habla de la libertad de desplazarse como antes no podía, de la presencia invariable de los amigos de siempre a su lado y del estímulo de conversar con ellos sobre lo terrenal y lo divino “para no estar fuera del mundo”.

También exhibe láminas suyas y habla del obsequio de alguna a Cándido Fabré, Juan Carlos Aleaga, Polo Montañez, dirigentes del Partido y el Gobierno de Guantánamo y Baracoa durante visitas a su domicilio.

El joven tampoco oculta su fe de cristiano y confiesa que a diario, Biblia en mano, pide a Dios lo que sus padres no oyen, pero que coincide con el ruego de ellos de no faltarse unos a otros.


Un gracias a la vida
Desde que en marzo de 1995 el niño de cristal nacido en Bayamo hiciera fijarse al personal médico en un llanto fuera de lo normal al ser cargado para amamantarlo, hasta la fecha, los dolores por quebrantos en su anatomía incluyen dedos de pies, tibia, peroné, fémur, cadera, brazo y clavícula.

Expuesto a perennes complicaciones, Luisito es el caso más conocido de dos con la misma enfermedad en Baracoa, donde, para un enfermo, los costos de la atención de salud son el traslado a una institución cuando haga falta, y los medicamentos.

Para la familia Estrada-Peña la existencia es una constante comprobación de retroceso, estabilidad y progreso en una situación en que lo emocional puede curar tanto como el efecto de la mejor medicina.

De momento, las jornadas compartidas son un gracias a la vida y un milagro protegidos con la idea de que si el presente permite pensar en otro día, el mañana puede parecer la bendición eterna.

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