martes, 13 de agosto de 2013

El paradisíaco Yunque de Baracoa

La historia del Yunque de Baracoa comienza cuando el Almirante Cristóbal Colón llega a Baracoa el 27 de noviembre de 1492, y lo describe en su Diario de Navegación: "y al cabo de ella de la parte del Sudeste un cabo en el cual hay una montaña alta y cuadrada que parecía isla".

De 560 metros de alto, el Yunque tiene una exuberante vegetación y un nombre bien apropiado. Al decir del científico Antonio Núñez Jiménez, semeja un enorme yunque de paredones verticales y cima aplanada, es una mesa o pequeña meseta, elocuente testigo de una antigua y alta superficie caliza que dejó aquel resto orográfico.

Este macizo de tierra se convertía entonces en un faro natural para todos los navegantes que surcan el litoral de Baracoa. Así, las embarcaciones que cruzan por el Canal Viejo de Bahamas al notar su majestuosa figura, se percatan que están frente a la ciudad más antigua de Cuba. Por ello, para nosotros, deviene como símbolo de la ciudad.

La geografía Yunque de Baracoa tiene elevaciones, pendientes, grutas, cuevas, valles y arroyos. Posee una flora variada, tocororos, carpinteros jabao y verde, negrito, totí, zorzales y zunzunes. Por sus elevados senderos hallamos los cafetales y árboles como el yagruma macho, helechos arborescentes, cedro, ocuje, palmas reales, pajuá, tibisí y una palma única que simboliza su vegetación: la Coccothrinax yunquensis, de casi 8 metros de altura.

 Declarado desde el 25 de diciembre de 1979 por la Comisión Nacional de Monumentos de Cuba, Monumento Nacional por sus valores históricos-naturales y el alto grado de conservación y endemismo, el Yunque, paradisíaco sitio bendecido por la naturaleza natural de su entorno, ha devenido fuente de inspiración para músicos, poetas y escritores.

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