jueves, 28 de noviembre de 2013

Bahía de Taco, sitio de paisajes y leyendas. http://bit.ly/IsDBXS

La bahía de Taco, ubicada en las inmediaciones costeras de la región montañosa de Nibujón, en Baracoa, posee el ecosistema marino mejor conservado del país, y en ella proliferan los mangles rojos, blancos y el patabán, especies forestales cubanas que solo aquí existen bajo un mismo hábitat.

Este sitio perdura como baluarte desafiante de las tempestades y el tiempo, y es dueño de una naturaleza inigualable que aparece escondida entre dos puntas en forma de isla.

Su posición geográfica se describe como una ensenada en forma de bolsa, ubicada al norte del Parque Nacional Alejandro de Humboldt, y está bordeada por dos de las dieciséis restantes formaciones vegetales que conforman toda la región.

Por la rica biodiversidad de plantum existentes en su fondo marino, el manatí encuentra un refugio natural y gracias al cuidado de los guardaparques que laboran en toda el área protegida, este mamífero endémico cubano en peligro de extinción se conserva e incrementa su especie.

Las quietas aguas le sirven de pedestal a las atarazanas, ranchos de origen indígena encujados con cuerdas de cupey y techados con pencas de guano, donde los pescadores resguardan sus cayucas (embarcaciones rústicas) del desgaste de la lluvia y el sol.

Durante mucho tiempo la Bahía de Taco era sitio obligado para llegar a Baracoa, pues formaba parte de la única vía de acceso que unía a este territorio con el de Moa. A través de balsas que eran arrastradas por la superficie  mediante embarcaciones de motor, viajeros y peregrinos navegaban sobre las tranquilas aguas para así acortar el trayecto hacia el municipio vecino.

Por testimonio de quienes se consideran testigos videntes de la misteriosa luz que emerge y vuelve a desaparecer entre los farallones de Palmasola, la elevación más alta que bordea la Bahía, se entreteje una majestuosa leyenda que describe al sitio como misterioso refugio de tesoros aún desconocidos, guardados aquí según los ancestros por piratas y filibusteros.

Quizás la farándula popular no esté lejos de la realidad, pues en los alrededores se han encontrado restos de fósiles y vasijas indígenas, y lozas de barro que denotan también la presencia de los colonizadores españoles en la zona.

También aquí acuatizaban los aviones de los primeros latifundistas de origen norteamericano, quienes desde 1930 hasta 1945, se asentaron en la punta del cayo, a un lado de la Bahía, y lograron montar un aserradero para extraer cientos de metros cúbicos de madera preciosa, y exportarla hacia los Estados Unidos.

A pesar de ser un sitio encantador, muchos de los habitantes que hoy peinan canas recuerdan cómo antes del triunfo revolucionario de 1959, tenían que ganarse la vida extrayendo cortezas y troncos de mangles para hacer carbón, como una de las pocas alternativas para subsistir.

Sin embargo, la Revolución Cubana le dio empleo y muchas más opciones de vida a quienes disfrutan del privilegio de haber nacido allí, donde parece que el tiempo no pasa, y ahora las riquezas de flora y fauna que posee esta bahía  son conservadas como Patrimonio Mundial de la Humanidad.

Como mágica emerge la Bahía de Taco de un lugar donde el paraíso parece haber descendido   para dejar de ser un sueño. Así perdura, virgen y cautiva entre verde y azul como hija pródiga de la madre naturaleza, de quien heredó la hermosura y lo inmenso de todo un universo apretado en sí misma. Genuina es entre todas, la legendaria bahía.

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