En
la madrugada, mientras la mayoría duerme, un pequeño grupo de
hacendosos vencen la ardua batalla que significa mantener limpias las
calles y barrios de cualquier ciudad.
¿Por
qué no hablar de ellos si son protagonistas de una labor que deben
asegurar con limitados recursos y sobre la cual solo esperan respeto a
través de frases como “buenos días”, ¿como estás?, ¿desea un traguito
de café? o ¡que bien está su trabajo!?
Silenciosos,
barridos tras barridos descubren huellas de historias al tropezar con
una carta estrujada o con vidrios de lo que fue una botella de quienes
trasnochan y parecen empeñarse en no cuidar los parques o cualquier
entorno urbanístico.
Su
auténtica sencillez se pone de manifiesto en el cuidado de áreas
verdes, en la atención a jardines y florerías, en los servicios
necrológicos y en otras prestaciones, aunque algunas personas tengan
prejuicios hacia estas labores.
na
loma de escombros en lugares inadecuados, desechos sólidos fuera de
los cestos, tanques mal tapados, incumplimientos con el horario de sacar
la basura de la casa son, entre otras, algunas de las indisciplinas que
padecen estos laboriosos, los cuales sienten aprecio, orgullo y
agradecimiento por su quehacer y por el derecho a ganarse la vida con
honradez.
Como dice la letra de la canción del trovador Silvio Rodríguez, estos hombres son reparadores de sueños, les corresponde componer lo que otros rompen.
Embelleciendo la ciudad, ven el amanecer de este 15 de febrero para homenajear el natalicio de Faustino Pérez, principal precursor del trabajo de los Servicios Comunales en Cuba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario