Hasta hoy, la figura del personaje al que se atribuye una maldición memorable contra la tierra donde estaba a finales del siglo XIX se conoce por la reproducción de una foto; ahora la descubre quien transite por la parte concluida del paseo peatonal de la Ciudad Primada de Cuba.
Según la tradición oral, El Pelú predijo que Sabana sería quemada o estaría condenada a vivir sin agua, y que en Baracoa campearía el hambre.
La interpretación de esas predicciones y de otras no recogidas en textos genera referencias tan continuas como encontradas, sin que importe más lo festinado o dramático con que se hagan, que el simple hecho de hacerlas.
Con la historia y la imprecación de aquel forastero de La Coruña que vino a Cuba en busca de fortuna, el baracoeso abraza la tradición, evalúa su calidad de vida y celebra, sin saberlo, lo fácil a veces del sentido de comprobación.
Mientras el Pelú trasciende en la oralidad como si blandiera una espada contra fines sociales de consideración en la Primera Villa, la estatua que devuelve a la ciudad al también llamado Misterioso lo muestra sereno, impasible, armonioso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario