miércoles, 24 de julio de 2013

Comenzó corrida de la cojinúa en Baracoa


Como cada año, la Unidad Empresarial de base Baramar, en Baracoa, perteneciente a la Empresa Pesquera Industrial Niquero, creó las condiciones para la corrida de la cojinúa, suceso característico de los meses de julio a septiembre.

Según José Manuel Rodríguez Vázquez, jefe de producción en dicha unidad, hasta octubre se prevé la captura de 50 toneladas de la especie, destinadas tanto al suministro estatal como a la población en Guantánamo a través de la venta en pescaderías.

Rodríguez Vázquez explicó que según resolución ministerial, para la pesca del ejemplar fueron autorizados 5 corrales, dispuestos ya en las plataformas pesqueras de Nibujón, Navas, Boca de Miel, Manglito y Boca de Yumurí.

Al decir del jefe de producción de la Unidad Empresarial de Base Baramar, en Baracoa, aunque la captura de la cojinúa se extiende hasta octubre, se espera mayor presencia de la especie a partir del día 26 del presente mes.

Razones sobre el lienzo en la primogénita villa


Aunque su nombre es Joel Rey Barroso, muy pocos lo conocen en Baracoa por sus generales porque que todo el mundo lo nombra sencillamente: Yoel.

"No sé por qué ese cambio: nací mucho antes de la moda de los nombres raros, pero me gusta Yoel, en lugar de Joel, que es gutural", dice el director de la galería de arte Eliseo Osorio, en la Ciudad Primada de Cuba.

Nacido el 16 de octubre de 1964, en Ceiba de Vertientes, Maisí, se trasladó a Baracoa en 1977, localidad que devino el escenario de los sucesos más importantes de su vida familiar, social y profesional.

Figuran entre esos acontecimientos su ingreso a la Eliseo Osorio, en 1992, como promotor y especialista principal, "antes de que me honraran poco tiempo después con la dirección".
Paradigma y guía de Rey Barroso, fue Osorio el primer pintor cubano de su época en plasmar en los lienzos y cartones la presencia de Martí desde el desembarco de Playitas de Cajobabo hasta su muerte en Dos Ríos.

En su breve síntesis biográfica, en una de las gemas que adornan las paredes de la galería, se lee que vino de Guantánamo a esta villa el 14 de junio de 1894, y falleció en Baracoa a los 76 años de edad, el seis de septiembre de 1970.

Al entrevistado lo ha inspirado siempre ese hombre que antes de intelectual fue carpintero y ebanista, y egresó en 1928 en la Escuela de Artes Plásticas en Santiago de Cuba.

Seguir sus pasos ha deparado al aun joven artista plástico incontables éxitos: la exhibición de algunas de sus obras en colecciones privadas de Alemania, Bélgica, Inglaterra, Francia, Suiza y Panamá, entre otros países, "y el cariño de mi pueblo".

Pero antes que aquellas prefiere las pinturas y murales expuestas en sitios de la primogénita de nuestras villas y ciudades, entre ellos, la sede de la Asamblea Municipal del Poder Popular, el hostal La Habanera y el policlínico comunitario Hermanos Martínez Tamayo, por citar algunas.

Yoel también ha intervenido en más de 70 muestras colectivas en Cuba, y fuera de ella; tiene a su haber 11 exposiciones personales, y su participación en concursos le ha deparado más de 30 premios y menciones.

Graduado de Profesor de Artes Plásticas, Licenciado en Educación, Instructor de Arte, no vacila en incluir entre los instantes más cruciales de su vida artística la labor docente en las zonas rurales de Nibujón y Paso de Cuba (1982-1991), y los talleres de creación infantiles, juveniles y de adultos, de los cuales es animador y responsable.

"Gracias a esa iniciativa se ambientaron los consultorios del médico de la familia de los Hoyos de Sabanilla, y de la comunidad de Paso de Cuba y otras cercanas al viaducto La Farola".

En uno de sus lienzos aparece esa obra, erigida a mediados de la pasada década de los 60, que salvó a Baracoa de su secular incomunicación por vía terrestre y es considerada entre las siete maravillas de la ingeniería civil cubana.

"Esa gran carretera es una muestra -explica- de lo mucho que hecho por la Revolución, a la cual me debo, en este sitio apartado y olvidado por todos los gobiernos de la pseudo república."

Y añade, a guis, de colofón: "Por tal razón junto al paisaje y a la historia de mi primogénita villa, reflejo constante de mi labor plástica es la obra revolucionaria, el impensable encanto que trajo a estos parajes la victoria del primero de enero de 1959".

Título original: Yoe, el de la Galería Eliseo Osorio, de Baracoa
 Fuente: AIN - Radio Santa Cruz

Colectivo agrícola baracoense saluda el 26 de Julio


El sobrecumplimiento de los planes en el primer semestre de 2013 es el principal homenaje de los trabajadores de la Unidad Básica de Producción Cooperativa Mártires de Angola, de Cayogüín, Baracoa, a quienes protagonizaron la gesta del 26 de julio de 1953.

Entre enero y junio últimos, el colectivo produjo 450 quintales de coco más de los previstos, según Rafael Adames Gresesqui, activista de divulgación en esa unidad agropecuaria, involucrada también en actividades recreativas con motivo del actual período de verano.

En esa forma de producción cocotalera también se contabilizan resultados superiores a los planificados en la cosecha y acopio de viandas, cacao, vegetales, cítricos, carnes y la recolección de yaguas, lo cual representa no solo un aporte de alimentos, sino que contribuye a mejorar los indicadores económicos.

Los trabajadores de la referida Unidad Básica de Producción Cooperativa también participan en actividades culturales, entre otras tareas.

Donde se corta el aliento


Baracoa es la primera de las siete villas que fundaron los colonizadores españoles en Cuba y, de ellas, la única que mantiene su asentamiento original. Fue la primera capital de la Isla y, aunque la mayoría de sus edificios no son muy antiguos, sus calles y plazas mantienen el trazado que les dieron sus primeros pobladores.

En su iglesia se conserva el símbolo más antiguo del cristianismo en América, dejado por Cristóbal Colón en la zona en 1492, la llamada Cruz de la Parra. Es la primera cruz que clavó Colón en tierra al pisar el Nuevo Mundo y se ha convertido en uno de los objetos de culto más preciados.

No sólo es la historia, sin embargo, lo que lleva al visitante a esa ciudad situada a unos mil kilómetros al este de La Habana. Enclavada en medio de una región montañosa casi virgen, la ciudad está rodeada por incontables manantiales y saltos pintorescos, se purifica con las corrientes marinas de la Bahía de Miel y está custodiada por ríos, entre los que sobresale el río Toa, el más caudaloso de toda Cuba. No por gusto el vocablo aborigen que la bautiza significa "existencia de agua".

La ciudad y la región geográfica donde se ubica, Cuchillas del Toa, son Reserva Mundial de la Biosfera y Patrimonio de la Humanidad, y reportan el mayor endemismo de flora y fauna del archipiélago cubano y todo el Caribe insular. Por tanto, son sitios ideales para los amantes del turismo de naturaleza y el turismo científico. El Yunque, una montaña alta y cuadrada, domina el paisaje. Los ríos, caudalosos, pueden remontarse en cayuca y la vegetación es tan exuberante y lujuriosa que produce la sensación del paisaje intocado. Sus cuevas encierran pictografías y petroglifos fabulosos.

La ciudad de Baracoa se extiende al borde del mar y a lo largo de la costa discurre el Malecón, el tercero de la Isla por su extensión. Ideales para el alojamiento resultan los hoteles El Castillo, construcción militar de 1739; Porto Santo, a la vera de una playa íntima; y La Rusa, pequeña instalación, hoy muy exclusiva y confortable, edificada por una mujer de esa nacionalidad que salió de su país huyendo de la revolución para ser sorprendida por otra en su nuevo destino y que inspiró a Alejo Carpentier su novela La consagración de la primavera.

Merecen visitarse las fortalezas coloniales de La Punta, al oeste del malecón y Matachín, al este, sede del museo municipal, que guarda piezas arqueológicas de los tiempos precolombinos.

Para empaparse de la cordialidad de sus gentes hay que darse un paseo por las bulliciosas calles Maceo y José Martí, enmarcadas con bonitas casas coloniales, como la Casa del Cura. En ellas se concentra la mayor actividad comercial de la ciudad. En la Casa de la Trova se escucha el nengón y el kiribá, dos de las formas más antiguas del son tradicional cubano. Y los tejedores de fibras y los talladores de madera realzan con sus producciones, al igual que los pintores naif, el panorama del arte popular.

Playas apreciables se localizan hacia el oeste de la ciudad. Hacia el este impacta el Paso de los Alemanes, cueva formada por el desprendimiento de la piedra del que se aprovecha la carretera, y el poblado de Yumurí, aldea de pescadores con un entorno impresionante. Si se prosigue por ese camino, el viajero llegará a Maisí, el extremo más oriental de la Isla, donde se ve salir el sol cuarenta minutos antes que en La Habana.

Entre tantas atracciones también se encuentra el propio clima local. La cercanía al Paso de los Vientos, en el estrecho de Colón, convierte a Baracoa en un paso itinerante de nubes, sol y chubascos que se alternan sin orden ni constancia, por lo que salpicarse con el agua lluvia varias veces en un mismo día es típico.

La posición privilegiada de la ciudad es motivo de inspiración para aventuras de diversa índole. Desde cualquier rincón de sus calles se accede al mar. Por si fuera poco, las demás corrientes fluviales convierten a la villa en un crisol de tradiciones y costumbres locales donde se alternan ocio y rutina, como la pintoresca escena de las lavanderas en el río o las intrépidas peripecias de los cayuqueros que lo atraviesan a bordo de frágiles cayucas (embarcaciones de madera).

Una vida en calma, libre de situaciones estresantes y polución ambiental, con un ritmo diferente a la del resto del país, es la del baracoeso. La región vive, en lo esencial, de sus cosechas de coco y cacao y sus únicas dos industrias se derivan de dichos rubros.

Durante siglos conoció de un aislamiento casi completo pues no fue hasta 1965 cuando se construyó la carretera que la unió con el resto del país. Ese aislamiento condicionó un mestizaje singular. La presencia africana fue escasa en el territorio. El blanco se mezcló con aborígenes y sus descendientes o con otros blancos ya mestizados y la fuerte presencia francesa, tras el triunfo de la Revolución haitiana, puso una nota característica. 

En Baracoa y sus alrededores viven los únicos descendientes directos de los pobladores prehistóricos. De esa mezcla nace una cocina muy rica y, por supuesto, exclusiva, que merece conocerse.

Historia, ecología, playas de maravilla, bosques y montañas que cortan el aliento... Entre el genuino dulce de coco baracoense que se sirve envuelto en yagua de palmera, el bacán -plato típico a base de plátano-, y los espesos chocolates, una de las ciudades hispánicas más antiguas del hemisferio occidental espera en la región oriental de Cuba para compartir tradiciones y leyendas del nuevo y el viejo mundo. Hay razones de sobra para visitar la Ciudad Primada de Cuba.

Fuente: Revista Más Viajes

Opciones veraniegas en Joven Club baracoense


Para compartir conocimientos y actividades diversas el Joven Club de Computación y Electrónica Baracoa II ha organizado un programa veraniego con el propósito de ofrecerle a la comunidad un ambiente sano de entretenimiento y cultura general e integral.

Entre las opciones se encuentran los cursos cortos y un festival de servicios informáticos con proyección de películas y dibujos animados, peñas, competencias de habilidades, torneo de juegos, entre otras propuestas.

Mejorar y diversificar el servicio en cada una de las instalaciones es objetivo para una etapa que estará signada también por las lecturas en la red a través de la enciclopedia cubana Ecured.

Así será durante la celebración del Día de los Niños, ocasión especial en que pequeños, adolescentes y jóvenes podrán buscar en EcuRed toda la información relacionada con el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, entre otros temas de interés, acompañados por padres y abuelos como parte de la inserción de la familia en las actividades del Joven Club.
Fuente: Joven Club